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Alabar y celebrar
buena de la que disfrutas en tu vida. Dejar de ir a Misa el domingo es como tomar todas las cosas buenas que tus padres te han dado, comida, techo, ropa, educación, cuidado de salud, regalos; y no decirles “Gracias” ni una sola vez.
También celebramos la Eucaristía porque Cristo nos dijo que mantuviéramos su memoria viva
de esta manera. Cada Eucaristía
es un recordatorio de la Muerte y Resurrección de Jesús.
El Sacramento de la Eucaristía siempre incluye: (1) lectura en
voz alta de la Sagrada Escritura,
(2) oraciones de agradecimiento a Dios Padre por el don de su Hijo Jesús, (3) la consagración del pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo y
(4) recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Así como el agua es necesaria
para el Bautismo y el Crisma Sagrado es necesario para la Confirmación, dos cosas son necesarias para la Eucaristía. Estas son el pan hecho
de trigo y el vino hecho con uvas.
Así como los Ritos del Bautismo y
la Confirmación incluyen palabras especiales, la Eucaristía también. Las palabras usadas por el sacerdote para consagrar el pan y vino son las mismas palabras que Jesús dijo la noche antes de morir: “Esto es mi cuerpo, que será entregado por ustedes. ... Este es el cáliz de mi Sangre.”
Solo el sacerdote u obispo puede consagrar el pan y vino de la Eucaristía. Pero no es realmente el obispo o sacerdote quien transforma el pan
y vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Es el Espíritu Santo quien desciende sobre los dones del pan y el vino ofrecidos a Dios. Es la acción del Espíritu Santo la que convierte el pan
y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Cuando te das cuenta de que
este gran sacramento te hace uno
con Cristo, en cuerpo y alma, puedes comprender por qué la Eucaristía
solo es para quienes están libres
de pecado grave. Nadie en estado
de pecado mortal debe recibir la Eucaristía sin buscar primero el perdón de Dios a través del Sacramento de la Penitencia. Los pecados menos graves, sin embargo, son perdonados a través del acto mismo de la Eucaristía, ¡un hecho que muestra lo mucho que Dios quiere estar contigo!
Lo mismo sucede con Cristo. Recibir la Eucaristía te ayuda a acercarte a Él. Recibir este sacramento también te acerca a todos en su familia, la Iglesia. Piensa en esto. ¿Qué mejor experiencia puedes compartir con otros seres humanos que escuchar juntos la Palabra de Dios, hablar con Dios y comer en la mesa de Dios?
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