Jóvenes mayores, Lección #2 “Tu comunidad de fe”

Ungidos con el Espíritu: Confirmación

Jóvenes mayores, Lección #2 “Tu comunidad de fe”

Queridos padres, tutores y padrinos:

Estamos llamados a ser santos. Estamos llamados a la santidad, es decir, a vivir como vivió María, poniendo de un lado nuestra voluntad y haciendo la voluntad de Dios, viviendo vidas de humildad, amor, perdón y servicio. Encontramos significado, paz y amor al vivir de este modo, y sabemos que nos espera la felicidad eterna en la siguiente vida. Sin embargo, reconocemos lo lejos que estamos de alcanzar la santidad y, no obstante, tratamos de ser fieles al mandamiento mayor: amar a Dios y a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mateo 22, 36–40).

Cuando Jesús ascendió al Padre, él nos dio el don del Espíritu Santo en Pentecostés para darnos la fortaleza necesaria para continuar su misión. Por esta razón, Pentecostés se conoce como la fecha en la que nació la Iglesia. Este mismo don les será dado a sus hijos(as) en la Confirmación. Durante 2,000 años, la Iglesia que Jesús estableció con Pedro la cabeza, ha continuado realizando su misión en el mundo. Los obispos ocupan el lugar de los apóstoles y el Papa ocupa el lugar de Pedro. Tenemos una Sucesión apostólica ininterrumpida que vincula a cada obispo y papa con los apóstoles originales. Esta Iglesia existe para proclamar el Evangelio, es decir, la “Buena noticia” de la salvación. Existe como la presencia de Cristo en el mundo, continuando la obra de salvación hasta el día en el que “él enjugará las lágrimas de [nuestros] ojos” (Apocalipsis 21, 4).

La Iglesia, por lo tanto, es el Cuerpo Místico de Cristo, y sus hijos se unirán plenamente a ella en la Confirmación. En la Iglesia encontramos a Cristo y participamos en su vida y su misión. Esto es particularmente cierto en los sacramentos, que son signos visibles de la presencia y acción invisible de Dios. En el Bautismo y la Confirmación, los signos visibles del agua y el santo crisma se combinan con las palabras y gestos corporales para hacernos saber mediante nuestros sentidos lo que está sucediendo espiritualmente: el Espíritu Santo está llenando el alma y dándole vida nueva en Cristo, facultándola para lograr la misión de Cristo en el mundo. En la Eucaristía el pan y el vino se consagran y, aunque conservan la apariencia de pan y vino, se convierten en el cuerpo, sangre alma y divinidad de Cristo, ofrecido a nosotros como alimento para el viaje. En el sacramento de la Reconciliación (Penitencia/Confesión), Cristo está realmente presente para perdonar nuestros pecados y ofrecernos la misericordia de Dios. En resumen, todos los sacramentos son regalos que Cristo nos entrega por medio de la Iglesia. Estos son dones que nos asisten en nuestra lucha contra el pecado y que nos ayudan a alcanzar la santidad y el amor. Son fuentes de gracia, la misma vida de Dios con nosotros.

En la Iglesia, todos somos mathetes, una palabra griega que significa tanto discípulos, así como aprendices. Como aprendices de Cristo, necesitamos los unos de los otros para “aprender el oficio”. Juntos nos ayudamos a crecer en santidad, para ser menos egoístas y más capaces de amar y ser amados. “Como el fierro aguza el fierro” dice la Escritura, “uno se afina en contacto con el prójimo” (Proverbios 27, 17). En la Confirmación, sus hijos(as) quedarán plenamente iniciados en la Iglesia. Ellos participan en el llamado a la santidad y en la misión de Jesús. Ellos no son la Iglesia del futuro, como mucha gente dice. Ellos son la Iglesia de hoy. Su presencia, sus dones, su vitalidad y su optimismo son esenciales para nuestra comunidad de fe.

Como aprendices, es bueno tener un modelo. Por esta razón, el Iglesia pide a cada candidato que elijan un padrino o madrina de Confirmación. Esta elección debe tomarse en serio. La Iglesia requiere que el padrino o madrina:

  • Tenga al menos 16 años de edad
  • Haya recibido los sacramentos de iniciación en la Iglesia (Bautismo, Confirmación y Eucaristía)
  • Ser un católico practicante

Como la Confirmación está estrechamente ligada con el Bautismo, se sugiere considerar al menos que el padrino de Bautismo sea también el padrino de Confirmación. Sin importar a quien elijan, el padrino o madrina debe ser alguien que los ayudará a crecer en la fe católica.

Como padres, ustedes tienen el papel más importante en la formación en la fe de su hijo(a). Algunas cosas para considerar ahora que se preparan para entrar plenamente a la Iglesia son:

  • ¿Está usted ayudándolos a desarrollar una relación personal con Jesús mediante la oración, la lectura de las Escrituras y los sacramentos? ¿Es usted un ejemplo y guía para ellos?
  • ¿Les ha comunicado su fe? ¿Saben que la fe es importante para usted?
  • ¿Qué pasajes de las Escrituras, cantos, enseñanzas de los santos, oraciones, etc. han significado mucho para usted durante su camino de fe? ¿Ha compartido estas cosas con su hijo(a)?
  • ¿Cómo les ha inculcado la fe en Dios “quien no es otra cosa sino amor y misericordia” (santa Teresa de Lisieux)?
  • ¿Ha sido un modelo de las obras de misericordia: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, consolar al que sufre, etc.?
  • ¿Sus prioridades reflejan la importancia de Cristo en su vida? (Asistir a Misa todos los domingos, por ejemplo).
  • ¿Acostumbra ir a confesarse con su familia?
  • Cuando tratamos de ayudar a nuestros hijos a convertirse en adultos exitosos en una sociedad competitiva, es fácil que ellos se enfoquen tanto en el éxito material que pierdan de vista que nuestro esfuerzo por ayudarlos a tener cierta estabilidad financiera es solamente una parte de lo que queremos para ellos. ¿De qué manera comunica con su hijo(a) lo que espera para su vida y desarrollo espiritual?
  • ¿Su hogar es una “Iglesia doméstica” en la que el mensaje del Evangelio se vive diariamente a través de los acontecimientos ordinarios de la vida? ¿Cómo lo hace?
  • Cuando celebran fiestas como Navidad o Pascua, ¿el mensaje cristiano es una parte importante de su celebración?

La vida nos mantiene muy ocupados, no se sienta mal o culpable si al leer una de estas preguntas piensa: “No he hecho lo suficiente”. Ahora es el mejor momento para hablar con su hijo o hija sobre su fe. Probablemente ellos se preguntan por qué es tan importante la Confirmación. La parroquia no puede hacer nada que sea tan valioso como las conversaciones sobre la fe y el servicio que usted puede tener con su hijo(a).

¡Le agradecemos todo lo que está haciendo! Usted está ayudando a la construcción de la Iglesia y a continuar la misión de Jesús a través de los tiempos. También le agradecemos lo que decida hacer hoy. Usted está ayudando a sus hijos a darse cuenta de que la vida humana incluye una dimensión espiritual y moral muy importante y profunda. Les está ayudando a conocer a Cristo y a enamorarse del Dios que ya los ama de la manera más profunda. Usted está llevándolos hacia el cielo.

Kevin Dowd es un estudiante de doctorado en teología y educación en Boston College, en donde recibió su Maestría en Educación. Tras su graduación de la Universidad de Harvard, Kevin a enseñado en escuelas católicas y públicas tanto en Massachusetts como en Nueva York. Actualmente él es profesor de teología en Ave María College en Paxton, MA y escribe un blog semanal en el que vincula las lecturas dominicales a la vida diaria. Puede encontrar su blog en http://www.bayardinc.com/the-word-is-life/

 

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