Jóvenes mayores, Lección #8 “¡Ven Espíritu Santo!”

Ungidos con el Espíritu: Confirmación

Jóvenes mayores, Lección #8 “¡Ven Espíritu Santo!”

Queridos padres, tutores y padrinos:

Nos estamos acercando a la fecha en la que su hijo(a) recibirá el sacramento de la Confirmación. Por lo tanto, en esta lección tomaremos un momento para explicar el ritual. ¿Qué es un sacramento? ¿Qué sucederá durante su Confirmación? ¿Qué símbolos y gestos corporales se utilizan y por qué?

Para comenzar, un sacramento es un signo exterior de una gracia interior. En otras palabras, un sacramento es un signo visible de la presencia y la obra invisible de Dios. Mediante los sacramentos, que podemos ver y sentir, reconocemos la obra de Dios que nos trae la salvación.

En la Confirmación, los signos más básicos son palabras y un gesto corporal. El obispo o sacerdote impone las manos al candidato e invoca al Espíritu Santo diciendo, “Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo”, mientras que unge su frente con el Crisma sagrado en la señal de la cruz. Esta parte del ritual es el más antiguo y el más esencial. Se remonta a los apóstoles. Por ejemplo, Lucas dice en su segundo libro, Hechos de los apóstoles, que “al imponerles Pablo las manos, el Espíritu Santo bajó sobre ellos” (Hechos 19, 6). Asimismo, leemos:

“Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén tuvieron noticia de que los samaritanos habían aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Bajaron y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo, ya que todavía no había descendido sobre ninguno de ellos y sólo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. Pero entonces les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo” (Hechos 8, 14–17).

En las Escrituras, el aceite sagrado se utilizaba para ungir a los sacerdotes, profetas y reyes. Jesús es considerado el sumo Sacerdote, Profeta y Rey. De hecho, las palabras mesías y Cristo significan “el ungido”. Los cristianos son ungidos en el Bautismo y la Confirmación para simbolizar que compartimos estos tres roles con Cristo:

SacerdoteParticipamos con Cristo al ofrecer un sacrificio perfecto de amor al Padre. Esto es nuestra participación en la Misa. Recibimos a Jesús en la Eucaristía para convertirnos en la presencia de Cristo en el mundo. Pero en la Misa, Cristo también nos recibe y toma todo el bien que hacemos en su nombre y lo hace parte de su ofrenda perfecta de amor al Padre. En resumen, un sacerdote ofrece oraciones y hace sacrificios por amor. Hay sacerdotes ordenados que comparten este ministerio de un modo especial, pero todos los bautizados también somos partícipes del sacerdocio de Cristo y estamos facultados para orar al Padre en el nombre de Cristo, por la presencia y poder del Espíritu que mora en nosotros.

Profeta Cristo es el Verbo de Dios. Él no solo nos habla sobre Dios, sino que habla como Dios. Esto supera lo que cualquier otro profeta ha hecho o podría hacer. Somos partícipes de su función profética cuando luchamos por la justicia en el mundo. Como lo hicieron todos los profetas, hemos recibido la responsabilidad de levantar la voz en contra del pecado, la corrupción y la opresión, y de ser la voz de los pobres, los marginados y los débiles. En resumen, un profeta dice la verdad y proclama la Buena Nueva de la salvación.

Rey Jesús nos mostró que el verdadero liderazgo no busca servirse a sí mismo, sino a los demás. Cuando los israelitas deseaban tener “un rey para que nos gobierne”, las Escrituras nos dicen que esto fue una afrenta para Dios, quien dijo, “porque no es a ti a quien rechazan sino a mí” (1 Samuel 8, 6–7). Sin embargo, Dios lo permitió y después se profetizó que el reino de David nunca terminaría (1 Reyes 2, 45). No obstante, el reino llegó a su fin. Excepto que, uno de los descendientes del Rey David, Jesús, estaba destinado a llevar a la plenitud esta profecía. Él es el rey que reinará por siempre. ¡Dios permitió que existiera un rey humano para luego convertirse en ese rey humano! Tenemos una identidad real y un destino real. Compartimos su misión de gobernar el mundo con equidad y justicia, misericordia y amor, viviendo una vida de servicio.

El aceite que se utiliza para ungir a los sacerdotes, profetas y reyes simboliza fortaleza, ya que el aceite se relacionaba frecuentemente con la agilidad deportiva. También simboliza una Fuente de fuerza, es decir, el Espíritu Santo. El Santo Crisma es una mezcla con olor dulce de aceite de olivo y bálsamo, que se agrega al aceite para obtener su fragancia. Durante la Semana Santa, justo antes de la Pascua, el obispo bendice el Santo Crisma en compañía de un gran grupo de sacerdotes, diáconos y laicos de la diócesis. Luego, este aceite se distribuye a las parroquias en donde se utiliza en los Bautismos, Confirmaciones y Orden Sagrado (el sacramento por el cual se ordena a un hombre como diácono, sacerdote u obispo).

Entonces, ¿quién puede recibir la Confirmación? Aunque en algunas Iglesias del oriente, los bebés son confirmados durante el Bautismo en un ritual llamado Crismación, la Iglesia latina durante mucho tiempo ha separado estos dos sacramentos y ha reservado la Confirmación para aquellos que por lo menos han alcanzado “la edad de la razón”, que se entiende por lo general que es a los 7 años. Además, el candidato…

  • Debe haber sido bautizado previamente (o puede ser bautizado justo antes de recibir la Confirmación en algunos casos)
  • Debe haber recibido una adecuada preparación en la fe
  • Debe profesar la fe católica, afirmando sus promesas bautismales y el credo
  • Debe estar en estado de gracia, es decir, libre de cualquier pecado mortal. Hacer una buena Confesión antes de recibir el sacramento es una buena manera para prepararse
  • Debe tener una recta intención, por ejemplo, tener la intención de recibir el Espíritu Santo en el sacramento (en lugar de querer agradar a sus padres o ganar algo de dinero)
  • Debe estar personalmente dispuesto a aceptar los derechos y responsabilidades de un discípulo y testigo cristiano, dispuesto a hacer sacrificios para promulgar el Evangelio y a compartir con otros, por medio de la palabra y el ejemplo, el mensaje redentor de Jesucristo y su Iglesia.

En lo que se refiere a la profesión de la fe, se les pedirá a los candidatos que afirmen sus promesas bautismales. En el Bautismo, los padres y padrinos hacen estas promesas en nombre del niño (salvo en los casos en los que se bautiza a una persona mayor, quien realiza sus propias promesas). Ahora, el joven afirma que esta es su fe trinitaria. Es probable que le sean familiares las preguntas que se les harán:

  • ¿Renuncian a Satanás, a todas sus obras y seducciones?
  • ¿Creen en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra?
  • ¿Creen en Jesucristo, su Hijo único y Señor nuestro, que nació de la Virgen María, padeció, fue sepultado, resucitó de entre los muertos, y está sentado a la derecha de Dios Padre?
  • ¿Creen en el Espíritu Santo, el Señor, el dador de vida, que hoy les va a ser comunicado de un modo singular por el sacramento de la Confirmación, como fue dado a los Apóstoles el día de Pentecostés?
  • ¿Creen en la santa Iglesia católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna?

Una vez que han afirmado su fe, el obispo o sacerdote dice, “Esta es nuestra fe. Esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús Nuestro Señor”. Todos respondemos: “¡Amén!”.

Kevin Dowd es un estudiante de doctorado en teología y educación en Boston College, en donde recibió su Maestría en Educación. Tras su graduación de la Universidad de Harvard, Kevin a enseñado en escuelas católicas y públicas tanto en Massachusetts como en Nueva York. Actualmente él es profesor de teología en Ave María College en Paxton, MA y escribe un blog semanal en el que vincula las lecturas dominicales a la vida diaria. Puede encontrar su blog en http://www.bayardinc.com/the-word-is-life/

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